Si hay algo que hemos perdido en la mal llamada década ganada fue la educación, los valores, el respeto, el diferenciar lo que está bien de lo que está mal, la meritocracia y la tolerancia. Se igualó para abajo. Argentina, otrora la más europea de los países latinoamericanos hoy ha sido superada en calidad educativa por casi todos los países del mundo. Hasta pequeñas repúblicas de África están por encima en educación.
Tarde o temprano se refleja en la sociedad el abandono, la decadencia y repercute en las relaciones sociales. A la propaganda que pretenden instalar los responsables de este desastre se contrapone la realidad de una sociedad cada vez más violenta y sin códigos. En los trenes se sigue viajando mal. La gente se apiña como ganado y a pocos días de haberse cumplido un año más de la tragedia ferroviaria más grande de la historia, las cosas siguen prácticamente igual. La sensación es que estamos mal, pero que vamos peor. En la provincia de Buenos Aires, si para muestra basta un botón, la directora general de escuelas Sra. Nora De Lucía no sólo tiene un desconocimiento total sobre educación y pedagogía sino que además viene de economía y muestra su desprecio hacia los trabajadores diciendo "a estos negros los m...o de parada y me cag... en los gremios". Mientras la política y la economía se sigan metiendo en la Educación es como si para curar un enfermo designáramos a un corredor de carreras. Quizás haga todo rápido, pero seguramente lo haría mal.
El ferrocarril Sarmiento está plenamente ligado a la trágica y decadente historia que nos toca vivir últimamente en la Argentina. Esto acaba de ocurrir dentro de un vagón:
