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miércoles, 21 de enero de 2015

Opinión: ¿Queremos realmente seguir siendo una República?

Por Marcelo Carlos Romero - Fiscal del Ministerio Público


La pregunta puede escandalizar. Pero es sólo eso, una pregunta.

Y es una pregunta válida. No sale ni debe salir del ámbito de la discusión intelectual. No se sugieren respuestas. Por el contrario, se busca desesperadamente una!!!

Hay sociedades humanas jurídicamente organizadas, o facciones de ellas, que han decidido -por acción u omisión- no ser repúblicas, ni representativas, ni federales, ni democráticas.

Asi, hay monarquías, dictaduras (militares, civiles, teocráticas), autocracias, cacicazgos, emiratos, principados, estados asociados, colonias, etc.

Algunos pueblos eligen su forma de gobierno. Otros, sólo obedecen a los usurpadores del poder. Pero, necesariamente, alguien o algunos “mandan”.

El concepto de “poder” y de “poderosos” es tan antiguo como el Hombre.

Desde nuestra defintiva Organización Nacional y mediante la Constitución Nacional de 1853/1880/1994, la Nación Argentina adopta la forma representativa, republicana y federal (art. 1° CN), sin embargo:

Somos un “país al margen de la ley”, como magistralmente nos retratara el malogrado Carlos
Santiago Nino, en 1992.
Muchos compatriotas detestan el orden, el concepto de autoridad, la división de poderes…
El que opina distinto es un enemigo.
El que disiente es un traidor.
El que objeta el relato oficial y obligatorio del momento, es un “facho”.
Muchos gobernantes quieren perpetuarse en el poder. Muchos, también, creen que ejercer la autoridad es convertirse en el dueño o dueña de la Sociedad.
Los delincuentes pretenden ser considerados víctimas del sistema (¿?) y que, ante sus fechorías, las victimas se dirijan a la tumba de Gardel, a cantar o silbar un tango…
Muchos conciudadanos exigen la pena de muerte… Algunos aspirantes al poder coquetean con la idea, para seducir a los anteriores.
Otros ciudadanos exigen “mano dura” o “tolerancia cero”, pero cuando un policía o un empleado municipal les pide sus documentos en la vía pública, los requisan en un estadio de fútbol o en un recital, los someten a una prueba de alcoholemia, etc., inmediatamente, “chapean”, se enojan y mandan al agente a “buscar a los chorros”, no sin antes amenazarlos con hacerlos echar de la Institución en donde cumplen funciones, atento sus “conexiones”.
El Poder Ejecutivo se irrita ante un Poder Judicial independiente. El Poder Judicial, muchas veces, se deja intimidar por el Poder Ejecutivo irritado. El Poder Legislativo -cuando sus mayorías coinciden con el partido gobernante- obedece ciegamente las órdenes del “jefe” o “jefa”.
Los sistema de inteligencia, en lugar de servir al Estado para prevenir situaciones de peligro o directamente para evitar delitos, son agencias de espionaje cholulo, para saber que piensan, dicen, escriben o comentan políticos, magistrados, periodistas, sindicalistas, empresarios, estudiantes y hasta el perro que orina en el árbol de la esquina.
El Poder detesta a la prensa independiente, pero no mueve un nudillo sin antes convertirse en exclavo de las encuestas de opinión, de los sondeos de imagen, y de los titulares de la misma prensa que odia.
Cuando se vota, es decir, cuando se produce la “fiesta de la democracia”, como le gusta decir a los candidatos, lograr que las autoridades de mesa cumplan con su deber cívico en tiempo y forma, es más difícil que hallar un galeón español hundido en las profundidades abisales del Atlántico sur…
Si un fiscal o un juez investiga al poder o a los poderosos, a sus socios, a sus parientes, a sus amigos o a sus allegados, lo denuncian, le inician juicio político, lo defenestran, lo humillan… O cosas peores!!!
Cuando se le hace saber a los gobernantes que las cosas no están bien, es decir, cuando se reclama constitucionalmente a las autoridades (art. 14 CN), la respuesta es el enojo, el reto, los gritos… Y el dedito índice levantado desde los atriles oficiales.

Entonces, cuando evaluamos todas estas conductas y nos miramos al espejo, la pregunta que titula estas breves y sencillas reflexiones, no debería escandalizarnos.

¿No es cierto?

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