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miércoles, 16 de abril de 2014

El femicida de Mónica Bauzá esquivó la perpetua: Lo condenaron a 17 años de prisión

Se trata deJuan Agustín Segovia, quien recibió una condena de 17 años por el crimen de su esposa, Mónica Bauzá. Los jueces hicieron lugar a uno de los planteos de la defensa

Una condena de diecisiete años y seis meses de cárcel recibió Juan Agustín Segovia al ser encontrado culpable (en primera instancia) de la muerte de su esposa Mónica Bauzá, hecho ocurrido en la localidad platense de Los Hornos en el año 2009. Los magistrados calificaron el hecho como “homicidio calificado por el vínculo” pero tuvieron en cuenta que el matrimonio estaba disuelto de hecho y le dieron una pena menor. El fiscal había pedido perpetua.

En su alegato, el defensor oficial Manuel Bouchoux había realizado una serie de planteos: la absolución en base a una presunta inimputabilidad del acusado; que se aplique las circunstancias excepcionales de atenuación de la pena o que se condena a Segovia por el mínimo de tentativa de homicidio en concurso real con homicidio culposo. La segunda de las opciones fue la que prosperó.

Los jueces Guillermo Labombarda, Samuel Saraví Paz y Jorge Moya Panisello, dieron crédito a lo dicho por la defensa. El matrimonio estaba disuelto de hecho (no había sentencia de divorcio) y, por esa situación, pidió que se aplique la figura de “circunstancias excepcionales de atenuación de la pena” (que reduce su temporalidad de perpetua a la escala penal prevista para el homicidio simple -de 8 a 25 años-) y gracias a ese planteo, el acusado esquivó la perpetua. Esta atenuación de la pena sólo alcanza al inciso primero del artículo 80 del Código Penal, es decir a quien mata a su ascendiente, descendiente o cónyuge.

La agravante del homicidio en el que la víctima es uno de los familiares que se les debe respeto particular, es el menosprecio al vínculo de sangre que une a la víctima con el victimario, la carencia de sentimientos primarios, la mayor peligrosidad y la violación de deberes de respeto y protección.

En otras palabras, la defensa sostuvo que la disolución de hecho del matrimonio, convertía al femicidio en un homicidio simple.

Tanto el fiscal como el abogado de la familia Bauzá, coincidieron que se demostró la culpabilidad de Segovia, que se trató de un homicidio calificado por el vínculo y ambos pidieron perpetua en sus alegatos.

El expediente

El martes 18 de agosto de 2009, Mónica Bauzá, de 43 años, se despertó temprano para ir a su trabajo como empleada doméstica en una casa de Gonnet, en la zona norte de La Plata. Como todos los días salió de su casa de calle 68 entre 153 y 154 de Los Hornos, a las 7 horas, para tomar un colectivo que la llevara al centro de La Plata, y luego abordar otro para llegar hasta su lugar de tareas.

Durante los primeros cuatro meses de su desaparición todos creyeron que la mujer había salido de su casa y del barrio. La hipótesis se basó en suponer que deambulaba perdida o que había huido con un amante. Sólo la primera era verosímil para quienes la conocían. En su casa habían quedado sus dos hijos, una nena de 13 y un nene de 12, al cuidado de quien había sido su marido, y nadie creía que la pudiera abandonarlos sin razón.

Mónica vivía en una casa humilde en un barrio de familias trabajadoras. Estaba divorciada, pero su marido estaba en una morada venida a menos ubicada en el mismo terreno. Desde hacía un lustro
estaba separada de Segovia, siete años mayor que ella, porque él era violento y después de varias denuncias, la justicia lo había obligado a abandonar el hogar.

Pero la falta de recursos –y la evidente solidaridad de la mujer– permitió que Segovia viviera en una casa pegada.

Pasaron cuatro meses sin novedades en la causa, hasta que un testigo aportó un dato clave: había visto y reconocido a Segovia en Capital Federal.

El viudo, quien estaba desaparecido y por quien había una búsqueda de paradero, fue encontrado en los primeros minutos del jueves 8 de abril de 2011 en el barrio porteño de Constitución. Vivía como un linyera bajo un puente de la autopista.

Los policías se le acercaron, lo llamaron por su nombre y el hombre reaccionó. Lo detuvieron. Allí se quebró, confesó el asesinato y señaló el lugar donde había ocultado el cuerpo.

Dos horas después, la policía confirmó los dichos: el cadáver había sido enterrado en la casa que ambos habían compartido en calle 68 al 2945 de Los Hornos.

Lo había ocultado a 1,15 metros de profundidad, debajo de un contrapiso de una habitación de tres paredes sin techo contigua a su pieza, en el sector que habitaba Segovia desde que se había separado.

El cadáver estaba vestido con el pullover y el jean que el propio detenido había dicho usaba la mujer cuando supuestamente la había visto salir hacia su trabajo, ocho meses antes. La búsqueda de Mónica había terminado de la peor manera.

Al día siguiente, la autopsia preliminar determinó que la mujer tenía un fuerte golpe en la cabeza. El detenido había dicho a los policías que la había estrangulado.

La fiscal Ana Medina y la instructora Analía Pamparana lo indagaron, pero Segovia se negó a declarar. Desde ese día está detenido con prisión preventiva.

La investigación de la fiscal y equipo fue confirmada por la Cámara de Apelaciones y Garantías de La Plata.

Fuente: Tinta Judicial

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